QUIÉN SOY

Mi nombre es Furry Purry. Hace años vivía en la calle. No me acuerdo de gran cosa de aquella época, pero seguro que era una rompecorazones porque soy muy guapa. Esta es mi historia. Supongo que en algún momento alguien hará un “biopic”.

EL ATROPELLO

El primer recuerdo del resto de mis días fue un atropello. Tan tranquila iba yo por el barrio cuando de repente sentí un fuerte golpe. Al principio estaba como anestesiada y no sabía qué había pasado, y además me invadió una cosa que se llama “shock”, que me hizo correr mucho y sin control.

Shock y yo nos colamos en un garaje que en ese momento estaba abierto. El humano que conducía el coche que me arrolló no paró para ver si me encontraba bien, pero sí la humana del vehículo que venía detrás (¡la que sería mi humana favorita!)

“SHOCK” Y YO

Casualmente, el garaje donde nos refugiamos “shock” y yo era en el que la humana guardaba su coche. Sé que corrió detrás de mí e intentó atraparnos, pero “shock” no me dejaba pensar con claridad y nos asustamos y nos escondimos tan bien que no pudo encontrarnos, a pesar de insistir durante varios días (mi humana favorita es muy pesada)

Así pasamos un tiempo (no sé cuánto) hasta que “shock” decidió marcharse sin despedirse, cosa que, la verdad, hasta me alegró, porque era un poco desagradable.

Sentía mucha hambre y sed y no podía moverme bien. Solo podía caminar en círculos, y además casi no veía ni oía. Estaba desorientada y muy malita, y solo quería dormir.

Entonces otra cosa que se llama “fortaleza” vino a verme, e hizo que saliese de mi escondite. Se nos unió “suerte”, que nos empujó hacia una plaza de aparcamiento que estaba vacía. Allí me dejé caer preparándome para viajar al Valhalla de los gatos, pero lo que yo no sabía era que mi final no estaba cerca.

MI HUMANA FAVORITA

Faltaba muy poco para mi último miau, cuando escuché llegar un coche. Unas personas de voces chillonas se acercaban a mí corriendo. Empecé a arañar y morder en todas direcciones, por si acaso, pero sentí que me envolvían en algo suave y me depositaban en un sitio blandito, así que me tranquilicé.

En todo aquel edificio de tres pisos, había logrado encontrar el aparcamiento de mi humana favorita, que me arropó con su chaqueta y me metió en una caja de cartón. Después supe que la chaqueta no volvió a ser la misma (yo estaba muy sucia y soltaba mucho pelo) y decidió jubilarla con honores.

Me dormí y cuando desperté ya estaba en el que sería mi hogar durante unas semanas.

LA CLÍNICA VETERINARIA

Pues aquí estaba yo, en la clínica veterinaria que fue el principio del resto de mi vida, o, mejor dicho, estábamos, porque podía sentir a “suerte” conmigo.

Mi humana favorita venía a verme todos los días, pero no me podía sacar de allí porque estaba muy enferma. No podía levantarme, no podía comer, no podía beber… Me pusieron un tubo que iba directamente al estómago desde mi nariz por donde me echaban comida (¡vaya tíos más raros!). Además me daban cosas llamadas medicinas que iban por dentro de una especie de cables que tenía puestos por todas partes. ¿Os acordáis de E.T. cuando estaba muy chungo? Pues lo mismito.

BUSCO CASA

Finalmente, después de un montón de tiempo en la clínica veterinaria, mejoré un poco y mi humana favorita me llevó con ella. Todavía tenía el tubo ese por el que me echaba comida, pero había ganado peso y me movía mejor. Eso sí, había algún cortocircuito en mi cabeza. Veía fatal y oía aún peor.

Me instaló en una habitación a mí sola y me cuidaba. Con ella ya vivían Pakita, Sheenita y Monita, y, como era una multitud gatuna, empezó a buscar una casa para mí.

Poco a poco desarrollamos nuestra manera de comunicarnos mi humana favorita y yo (reconozco que al principio me pasé tres pueblos con los mordiscos, pero estaba muy asustada) y llegó el día en que mis ganas de comer regresaron para quedarse gracias a un trozo de pechuga de pollo que puso delante de mi nariz.

Lo del arenero y yo fue una relación complicada y todavía tiro toda el agua por fuera cuando voy a beber, pero mira, nadie es perfecto.

MI HUMANA FAVORITA ME ADOPTA

Nadie quería a una gata medio ciega, medio sorda y que se movía como Robocop en un día malo, así que mi humana favorita terminó adoptándome. ¡Estaba muy contenta! ¡Hasta aprendí a ronronear y me atreví a explorar el resto de la casa!

Finalmente abandoné mi zona de confort para realizar el gran descubrimiento de mi vida : LA CAMA

LA CAMA

Maravillosa, la cama. Decidí que era mi lugar en el mundo y además cabíamos todas: Pakita, Sheenita, Monita, mi humana y yo.

Me sentía segura y contenta. Tenía un hogar, unas compañeras y una humana un poco chiflada pero que me cuidaba mucho. Era feliz.

Mientras tanto, como no veía nada, en lugar de mirar hacia fuera aprendí a mirar hacia dentro y a cultivar mi rico mundo interior furrypurriano.

LA VIDA PASA

Mi humana se mudó unas cuantas veces, pero siempre nos llevó con ella. Mientras me enseñasen dónde estaba la cama, a mí plim.

Con los años se fueron Pakita, Sheenita y Monita. Estuve sola durante una temporada (todo para mí, ¡bieeeeeenn!), hasta que mi humana favorita adoptó a mi compañera Sardina, que es una pesada y una gorda que no para de comer, pero nos llevamos muy bien.

Mi humana siempre tuvo una vena artístico-imaginativa que no todo el mundo entendía muy bien, pero que yo, gracias a un largo entrenamiento y a mi felina introspección, comprendía perfectamente. Parte de mi cerebro estaba frito tras el accidente, pero la otra parte desarrolló un sexto furrysentido.

Entonces tuve una idea...

Siempre sentí mucha pena por los gatos que no han tenido la misma suerte que yo. Sé que existe mucha gente que los ayuda, pero todo es poco. ¿Cómo podría yo echarles una patita? Pues utilizando la vertiente habilidosa de mi humana favorita. En el fondo soy una manipuladora.

Decidí convertirme en diseñadora de bisutería de esa. Yo me lo guiso, lo creo en mi imaginación y lo empujo muy fuerte hacia la imaginación de mi humana para que crea que se le ocurrió a ella. Materializa lo que cree que imagina y además piensa que todo parte de ella, jijiji.

Así empezó este proyecto. Le puso mi nombre y añadió el ante-apellido “von” para darle el aire de alcurnia tan necesario por tratarse de mí, claro.

Poco a poco y ahora con esta tienda online tan bonita que nos han hecho, hemos empezado a vender “nuestros” diseños (que en realidad son míos) para que las humanas se pongan guapas y para ayudar a gatitos no tan suertudos como yo, porque parte de lo que ganamos con nuestras joyas preciosas lo destinamos a ellos.

FURRY VON PURRY

Y esta es mi historia. Aquí sigo diseñando, ya con algún achaque porque soy mayor, pero resistiendo.

Tengo que reconocer que tengo a mis colaboradoras en el Valhalla (las antes mencionadas Pakita, Sheenita y Monita), que se comunican conmigo cada vez que tienen una idea genial, así que entre ellas y yo, y las manos de mi humana favorita, conformamos esto que es Furry von Purry. Un verdadero furryequipo.

Podéis hacer vuestros pedidos en dos modalidades: ¡con pelitos o sin pelitos!